¿Qué es la inteligencia emocional?
La expresión "inteligencia emocional"
Hasta 1985, nadie sabía qué era la inteligencia emocional ni había oído hablar de ella. Fue Wayne Payne quien introdujo por primera vez este término. Lo empleó en su tesis doctoral titulada Un estudio de las emociones: el desarrollo de la inteligencia emocional.
Desde la aparición de la escuela tradicional en el siglo XVII, lo que más se valoraba en los alumnos era su inteligencia. Hacia el año 1912, William Stern, psicólogo de la Universidad de Breslavia, introdujo la expresión “cociente intelectual”. Lo definió como un instrumento de medida de la inteligencia de los niños. Así, un elevado cociente intelectual se correspondía con mejores resultados académicos en la escuela. Es más, obtener una puntuación alta en un test de cociente intelectual suponía la llave maestra que abría la puerta hacia el éxito profesional y personal.
Desgraciadamente, este concepto pasó desapercibido durante años. Pero en los años 90, investigadores de la talla de Mayer o Salovey y, sobre todo, Daniel Goleman consiguieron popularizar el término a través de sus publicaciones.
Sin duda, el trabajo que más repercusión tuvo en todo el mundo fue el famoso best seller que escribió Daniel Goleman en 1995. Lo tituló “La inteligencia emocional”. En esta obra, el psicólogo estadounidense explica este complejo concepto. A su vez, demuestra cómo las competencias emocionales son las más relevantes en el ámbito laboral y personal.

La nueva clave del éxito
Según Goleman, esta reside en potenciar la inteligencia emocional del individuo. En este sentido, habla del cambio de estrategia de contratación realizado por las grandes empresas en los últimos años. Asegura que estas, cada vez más, valoran las habilidades sociales de los trabajadores. Incluso más que sus conocimientos técnicos.
¿Y cuáles son esas capacidades emocionales que tanto demandan las empresas?
Estas son algunas de las capacidades que destaca Goleman.
- Comprender las necesidades del cliente.
- Realizar un buen trabajo en equipo para conseguir un bien común.
- Pensar con claridad en situaciones de estrés.
- Saber regular el grado de ansiedad o los ataques de ira.
Además, todas estas habilidades se engloban dentro de las cinco capacidades que definen esta realidad.
El concepto de inteligencia emocional, según Goleman.
- Conciencia emocional: es la capacidad de tener conciencia de uno mismo y de reconocer los sentimientos y emociones a medida que ocurren.
- Autorregulación: la habilidad para gestionar apropiadamente las propias emociones y sentimientos.
- Automotivación: la capacidad de motivarse a uno mismo o dirigir las emociones propias hacia un objetivo.
- Empatía: la habilidad de reconocer las emociones de otros, integrarlas e identificar sus necesidades.
- Habilidades sociales: la capacidad para interactuar con las emociones de otros.
Por otra parte, Goleman también evaluó en su obra las características neurológicas y físicas de las emociones. Así mismo, vio su influencia sobre la mente pensante. Por ello, acabó afirmando que “la inteligencia académica tiene poco que ver con la vida emocional”, aunque no negó del todo la relación entre ambas dimensiones.
Tal es así que, años más tarde, él mismo amplió la definición de este concepto. Lo relacionó más directamente con las emociones mediante la siguiente afirmación. “Aristóteles realiza una indagación filosófica sobre la virtud y la felicidad, desafiándonos a gobernar inteligentemente nuestra vida emocional”.

La inteligencia emocional no es el triunfo del corazón
La persona emocionalmente inteligente según Mayer
- Puede percibir y regular mejor sus emociones. Las razona y entiende sus significados.
- Realiza menos esfuerzo cognitivo para resolver problemas emocionales.
- Supera a otros en las inteligencias verbal, social u otras. Sobre todo, si posee una alta capacidad para comprender las emociones de los demás.
- Tiende a ser más abierta y agradable que otros.
- Muestra más interés por las ocupaciones relacionadas con la interacción social. Ejemplos de ello son la enseñanza y el asesoramiento.
Una vez estudiado este concepto, los investigadores vieron que faltaba un paso más.